Claudia nunca había usado anillos. Hoy no se quita el que Michael le dio. Pero para llegar a eso tuvieron que pasar antes por papeleos y oficinas de la empresa donde ambos trabajan. Primero salidas con amigos y luego salidas a solas. Después una petición formal de pareja y, tras varios meses y una pedida de mano, finalmente ya son esposos que ya no tienen que esperar más. Esta es su historia: de compañeros de trabajo a compañeros para toda la vida.
El romance
Michael conoció a Claudia en el trabajo, una empresa de transporte internacional en Australia. Pero Claudia lo empezó a conocer a él en un karaoke. Fue a partir de una salida con amigos cuando, después de que Michael rapeara a pesar de que dijo que no iba a cantar, se interesaron en conversar más. Comenzaron a salir más seguido como amigos y unos meses después, como una pareja formal.
Cuando cumplieron dos años juntos, Michael preparó una sorpresa para ella. La invitó a pasar el fin de semana a un viñedo y decoró todo con pétalos de flores y luces en el balcón. ¡Se ha esmerado para el aniversario!, pensó Claudia, pero no se imaginaba que en realidad era por algo más. Y entonces, mientras conversaban y sin esperarlo, él se puso de rodillas frente a ella y le pidió que fuera su esposa.
Claudia no lo había visto venir y solo atinó a preguntar si era en serio. Y lo hizo de nuevo. Y una vez más. “Después de repetirle como 5 veces si era verdad, ¡le dije que sí!”, cuenta. Es que Michael tiene un sentido del humor en que nunca se sabe cuando está bromeando. Claro que esta vez era totalmente serio, y la respuesta de ella también. Asi comenzaron a organizar su matrimonio en Lima.
La preparación
La búsqueda en Internet comenzó. Ideas en Pinterest y otras páginas inspiraron a Claudia sobre todo lo que podía hacer. “Ser novia es una etapa increíble, y muy pero muy bonita, pero sin darse cuenta, se pasa volando”, dice. Desde que se comprometió, empezó a mandar correos, mensajes y a hacer videollamadas entre Australia y Perú para asegurarse de que todo saliera a la perfección, incluso a la distancia.
El vestido perfecto fue de Maggie Sottero en color ivory, que combinó con unos zapatos hechos en Milano Bags en Lima cuando, un año antes de la boda, viajó para cerrar los últimos detalles. Completaron el estilo unos aretes Georgini regalador por la cuñada de Claudia, y un tocado y cinturón hechos por Roxana Pardo.
Michael, por su parte, eligió un terno gris de Ferrari Formal Wear.
Ya a poco tiempo del gran día, Claudia confió su maquillaje y peinado a Bedsie Arévalo, y quedó más que encantada: “al principio yo tenía pensado algo, pero cuando hicimos la prueba me encantó lo que ella me presentó y me quedé con su opción”. Además, Bedsie la ayudó con los tratamientos de exfoliación y depilación antes de la boda. Solo quedaba lucir todo en el altar.
La ceremonia
El 7 de octubre del 2017, Claudia y Michael no solo se unieron, sino que lograron reunir en un solo lugar a invitados de varias partes del mundo. Villa Mónica fue ese espacio donde amigos y familiares esperaron con ansias el sí de los novios en una ceremonia religiosa llena de encanto.
Un mes antes ya se habían casado en el registro civil en Australia, pero Claudia cuenta la boda en Perú con la emoción y entusiasmo de haber sido la primera. Su rostro de camino al altar lo demuestra.
Frente a frente, los novios intercambiaron las alianzas que antes mandaron a hacer en Australia en la tienda Michael Hill, la misma donde Michael había mandado a hacer el anillo de compromiso con el que todo se inició. Después todo fueron sonrisas y felicitaciones.
El diseño floral del ramo de bodas y los ramos para damas estuvo a cargo de Cecilia Barriga. Claudia quedó más que satisfecha con ella: “Fue súper buena en conseguir opciones sobre el estilo que quería y ver que flores necesitaríamos. Y al final, ¡me encanto mi ramo y los demás también!”.
Los pajes del novio vistieron ternos de color gris oscuro, y las damas de honor, vestidos color menta.
La recepción
La celebración del sí es la parte que todos esperan. Aquí la decoración y el catering estuvieron a cargo de Catalina Álvarez y Co, una elección que dio como resultado un estilo elegante con un toque vintage y tonos de color menta. Claudia describe su boda como, ni muy grande, ni muy pequeña, pero sí muy especial llena de amigos y familia.
La torta llevó como topper la frase que ambos usan como un código íntimo: “love you to the moon and back”.
Durante la fiesta, la hora loca tuvo una temática peruano-australiana con la que todos disfrutaron. Claudia recuerda entre risas que el hermano menor de Michael, Matthew, se sacó la camisa y todas las chicas gritaron por él, y como consecuencia, el papá de ella también lo hizo. “¡No se iba a quedar atrás!”, dice ella.
Todos estos recuerdos fueron captados por el lente por el videógrafo Freddy Luna y por el ojo de Angélica Lunardi, quien entregó el álbum de bodas tan solo tres semanas después al saber que los recién casados debían volver a Australia. Además, ellos mandaron a hacer seis réplicas para sus papás y abuelos, un detalle que Angélica también hizo realidad.
Al final de todo, Claudia recuerda que tuvieron algunos problemas por vuelos retrasados, pero sobre todo, que estuvieron junto a toda la familia y eso no se reemplaza con nada. Además, por supuesto, nada le quita la alegría de estar casada con el amor de su vida después de todo el tiempo de conocerse: “Michael dice que si no me hubiera demorado tanto en decirle que sí ya tendríamos 6 meses de casados”.
¡Felicitaciones pareja!
Fotógrafo de bodas: Angélica Lunardi | Vestido de novia: Maggie Sotero | Terno del novio: Ferrari Formal Wear | Zapatos de novia: Milano Bags | Tocado y cinturón de novia: Roxana Pardo | Aretes de novia: Georgini | Aros de matrimonio: Michael Hill | Maquillaje, peinado y exfoliación: Bedsie Arévalo | Bouquette: Cecilia Barriga | Catering y decoración: Catalina Álvarez y Co | Lugar de ceremonia y recepción: Villa Mónica | Videografía: Freddy Luna
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