Para todo ser humano es sumamente importante establecer metas y objetivos, bien sea a corto, mediano o largo plazo, por lo que nuestros hijos no están excluidos de ello. La labor de los padres es fundamental en este proceso, pues debemos contribuir con tal desarrollo desde la infancia. Cuanto más pronto aprendan o se acostumbren a trazar sus objetivos, mejor podrán desenvolverse en el transcurrir de su vida. Sin embargo, muchas veces no lo hacemos de forma adecuada; y en nuestro afán de ayudarlos o por querer impedir que pasen por momentos desagradables, intentamos evitar que cometan errores, anticipándoles constantemente lo que podría suceder ante cada decisión o acción que realizan, sin darnos cuenta que, en lugar de favorecerlos, esto puede resultarles contraproducente, volviéndolos dependientes y poco tolerantes ante los fracasos.
A continuación, brindamos algunas pautas que serán de utilidad para ayudar a nuestros hijos en este proceso:
- Permitamos que tomen sus propias decisiones, por pequeñas que parezcan.
- Valoremos cada pequeño logro, pues alcanzar cada pequeño objetivo conlleva el cumplimiento de desafíos mayores.
- Mostrémosles nuestro apoyo en todo momento. Esto les permitirá estar seguros de que, aun cuando puedan tomar decisiones equivocadas, estaremos ahí para darles soporte.
- Enseñémosles a tener perseverancia con el mensaje de que cada derrota es una oportunidad de mejorar.
- Démosles el ejemplo. A través de la observación pueden internalizar y poner en práctica los métodos utilizados por nosotros.
- Enseñémosles a plantearse pequeñas metas a través de preguntas que les ayuden a definir objetivos, trazar un plan y prever resultados. Esto ayudará a que sus metas sean claras y fáciles de cumplir.
Las preguntas pueden ser las siguientes:
– Para definir objetivos: “¿Qué es lo que deseas conseguir?”, “¿Qué conseguirás si tienes éxito?”, “¿Cuál será la mayor dificultad?”, “¿Qué es lo peor y mejor que puede pasar?”, etc.
– Para la planificación: “¿Cómo vas a conseguirlo?”, “¿Qué estrategia usarás?”, “¿Qué planes tienes para lograrlo?”, “¿Por cuál empezarás? ¿y si no resulta… tienes otra idea?”, etc.
– Para prever resultados: “¿Qué pasará si no sale como esperas?”, “¿Qué otra cosa puede suceder que impida que lo logres?, ¿cómo te enfrentarás ante ella?”, “¿Cuáles serían las consecuencias si no lo logras?”, “¿Cómo te sentirás si lo consigues?… ¿y si no lo consigues?”.
Poner en práctica estas pautas, permitir que nuestros hijos aprendan a ser independientes y a conocer los pros y los contras de cada decisión que tomen, evaluarán sus alternativas y asumirán consecuencias, desarrollando un pensamiento autocrítico. Dejarán de buscar excusas en los demás y aceptarán su parte de responsabilidad en los éxitos y fracasos, aprendiendo a superar frustraciones.
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