¿Qué tipo de inteligencia nos hace determinar qué es importante de lo que no lo es? ¿Qué nos permite emitir un juicio de valor sobre lo que le pasa a nuestra sociedad y actuar sobre ello? ¿Qué nos mueve cada día a la búsqueda de nuestra felicidad y la de nuestra familia? ¿Qué capacidades usaste para tomar la opción de casarte en ese momento de tu vida?
Muchas inteligencias
Por definición inteligencia es la capacidad de saber escoger la alternativa más eficiente para resolver alguna cuestión. A estas alturas del siglo XXI es sabido que no poseemos una inteligencia, sino muchas. Gracias al trabajo de Howard Gardner y un grupo de académicos de la Universidad de Harvard, quienes en el año de 1983 propusieron su teoría de las inteligencias múltiples. En ella propone ocho tipos de inteligencias y en actualidad ya son más de doce.
¿Por qué debemos desarrollar la inteligencia espiritual?
La inteligencia espiritual es la más antigua de todas y a la vez es propuesta recientemente. Desarrollarla nos da la capacidad de darle valor a las cosas que pensamos, decimos y hacemos, de resolver problemas y discernir el camino más apropiado para ello, haciendo el menor daño posible. Implica nuestra capacidad de trascendencia, de vivir con sabiduría, en un estado de conciencia propia y de lo que nos rodea, tomar la vida con alegría, en búsqueda del bienestar.
Para Tony Buzan, la Inteligencia Espiritual es la forma como cultivamos las cualidades vitales de la energía, el entusiasmo, el coraje y la determinación, así como la protección y el desarrollo del alma.
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La familia, fortaleza de inteligencia espiritual:
El primer ambiente para desarrollar la inteligencia espiritual, es la familia. Aquí, algunas formas de desarrollar la inteligencia espiritual:
– Conversen de manera constante, escuchando sin juzgar. Haz sentir importante a las personas que hablan contigo.
– Practiquen habitualmente obras de caridad, donando y dando tiempo en actividades de ayuda a los demás. Que la familia disfrute que todos somos valiosos, que siempre podemos dar algo de nosotros (no necesariamente material).
– Si la familia profesa alguna fe, conozcamos y practiquemos el código de ética, moral y de conducta. Profesar la fe que conocemos impacta profundamente en las personas.
– Respetemos toda forma de vida, de esa manera fomentamos la pertenencia a la naturaleza.
– Tomar tiempo en silencio para meditar tomando conciencia de nosotros mismos, de nuestro actuar y nuestro lugar en el mundo.
– Celebren los aniversarios, los logros que vayan teniendo en la vida o simplemente porque se les apetece estar juntos. Así también respeten el tiempo de luto, cada uno tiene un proceso para vivirlo.
– Cultivar el sentido del humor, viendo las cosas de manera positiva y tomando la oportunidad que esto representa.
– Compartir tiempo con los mayores, disfrutar de su compañía y de sus historias. Nos ayuda a conocer de dónde venimos y a formar la identidad personal.
– Desarrollar una actividad artística o deportiva. Nos conecta con nuestras emociones y con nuestras motivaciones más profundas.
– Ser padres conscientes de los valores que queremos compartir con nuestros hijos y ser coherentes con ellos. Más que las palabras, son nuestros actos los que educan.
– Como pareja, respetar y fomentar lo que el otro valora. Fortalece su relación y es la base de su amor.
La inteligencia emocional y la espiritual se va impregnando en el inconsciente desde niños y se hace presente en nuestros actos hasta el día que dejemos este mundo.
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